Che Guevara.

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Ernesto Che Guevara

A Fidel Castro sobre la invasión

Fidel te escribo desde pleno llano, sin aviones con relativamente pocos mosquitos y sin comer por la libre sólo debido al rápido tren de marcha que llevo. Te haré un corto relato: salimos por la noche del 31 con 4 caballos, pues era imposible salir en camiones debido a que a Magadan le cogieron toda la gasolina y se temía una emboscada en Jibacoa. Pasamos sin novedad por ese punto que estaba abandonado por los guardias, pero no pudimos seguir más de un par de leguas, durmiendo en un cayito de monte de aquel lado de la carretera. Recomiendo establecer un pelotón permanente en Jibacoa que permitiría el abastecimiento desde esta zona, hasta ahora bastante controlada. El primero de septiembre pasamos la carretera y tomamos tres carros que se descomponían con una frecuencia aterradora, llegando hasta una estancia llamada Cayo Redondo donde pasamos el día con el huracán acercándose. Los guardias llegaron cerca, en número de 40 pero se retiraron sin combatir. Seguimos con los camiones, ayudados por 4 tractores, pero fue imposible y debimos renunciar a ellos para el día siguiente, 2 de septiembre, día en que seguimos a pie con unos cuantos caballos llegando a las orillas del Cauto que no se pudo pasar por la noche debido a una extraordinaria crecida. Pasamos de día empleando 8 horas en hacerlo y esta noche salimos de casa del Coronel para seguir la ruta estudiada. Estamos sin caballos pero podemos conseguir más en el camino y pienso llegar con todo el mundo montado a la zona de operaciones asignada. No se puede hacer cálculos exactos sobre el tiempo que tardaré debido a múltiples inconvenientes que van surgiendo por los caminos endemoniados. Trataré de seguir informándote en el camino para ir creándote correos eficientes y dándote informes de la gente que hay. De esta zona recomiendo solamente a dos hasta ahora: Pepín Magadan, que tiene sus defectos pero es de una efectividad asombrosa, al que se puede encargar de conseguir mercancías y dinero, y Concepción Rivero que es un hombre serio, por lo que se ve.

Por ahora nada más, un gran abrazo al lejano mundo que apenas se dibuja en el horizonte, desde aquí.

Septiembre 8/58, 1.50 a. m.

Después de agotadoras jornadas nocturnas, te escribo al fin desde Camagüey y sin perspectivas inmediatas de acelerar la marcha que lleva un promedio de 3-4 leguas diarias, con la tropa montada a medias y sin monturas. Camilo está en las inmediaciones y lo esperaba aquí, en la arrocera Bartles, pero no llegó. El Llano es formidable; no hay tantos mosquitos, no se ha visto ni un casquito y los aviones parecen inofensivas palomas. Radio Rebelde es escuchada con muchas dificultades a través de Venezuela.

Todo indica que los guardias no quieren guerra y nosotros tampoco; te confieso que le tengo miedo a una retirada con 150 inexpertos reclutas en estas zonas desconocidas, pero una guerrilla armada de 30 hombres puede hacer maravillas en la zona y revolucionarla. Yo de paso dejé las bases de un sindicato arrocero en Leonero y hablé del impuesto pero se me tiraron al suelo. No es que haya claudicado frente a la patronal pero me parece que la cuota es excesiva, les dije que eso se podría conversar y lo dejé para el próximo que caiga. Un tipo con conciencia social puede hacer maravillas en esta zona y hay bastante monte para esconderse. De mis planes futuros no te puedo decir nada, en cuanto a camino se refiere, porque yo mismo no lo sé; depende más bien de circunstancias especiales y aleatorias como ahora que estamos esperando unos camiones para ver si nos libremos de los caballos, perfectos para los tiempos anaviónicos de Maceo, pero muy visibles desde el aire. Si no fuera por la caballería podríamos caminar de día tranquilamente. El fango y el agua están por la libre y los fitelazos que he tenido que tirar para llegar con los obuses en buen estado son de película; hemos tenido que atravesar varios arroyos a nado con un trabajo bárbaro, pero la tropa se porta bien aunque ya la escuadra de castigo está funcionando a todo tren y promete ser la más nutrida de la columna. El próximo informe irá por vías mecanizadas, si es posible de la ciudad de Camagüey. Nada más que la reiteración del fraterno abrazo a los de la "Sierra", que ya no se ve.

Septiembre 13/58 9.50 p.m.

Después de algunas accidentadas jornadas te escribo todavía en pleno Camagüey, a punto hoy de cruzar la parte más peligrosa o una de las dos más peligrosas del recorrido. Camilo ya cruzó antenoche con bastantes dificultades técnicas pero sin problemas militares. Desde el último informe que te rendí pasaron algunas cosas desagradables pues, debido al fallo de los prácticos caímos en una emboscada en la finca de Remigio Fernández, en la Federal, muriendo Marcos Borrero, el que fuera capitán; redujimos a los guardias que eran ocho, haciéndoles tres muertos y cuatro prisioneros que conservamos con nosotros hasta encontrar la oportunidad de soltarlos; uno escapó y dio el pitazo. Llegaron unos 60 guardias y, por consejo de Camilo que estaba cerca, nos retiramos sin combatir casi, pero perdimos otro hombre, Dalcio Gutiérrez, de la Sierra. Herman fue herido en una pierna, levemente y Enriquito Acevedo de cierta gravedad en ambos brazos. Se distinguieron el mismo Acevedo, el capitán Angel Frías y el teniente Roberto Rodriguez Vaquerito. Posteriormente, trataron nuevamente de avanzar y sorprendimos un camión pero con sólo cuatro hombres nuestros en la emboscada, haciéndole dos bajas por lo menos. Nos retiramos a la Federal y rápidamente nos fuimos, sacando a Enrique para su curación, al día siguiente ametrallaron los B-26. Camilo pudo seguir más aprisa y nosotros estamos esperando el resultado de unos camiones que mandé coger.

Por aquí están pasando cosas muy raras que indican la conveniencia inmediata de que venga un jefe de experiencia y "bicho" a estos contornos. No debe de ninguna manera tener más de 30 hombres armados pero puede colectar aquí lo que le parezca en todos sentidos. Conviene trabajar la zona de las Naboas donde hay muy buen clima debido a los despojos del central Francisco. Hay monte firme hasta Santa Cruz, desde Santa Beatriz, bueno para ese número de hombres. Deben atender lo que hace la dirección en Camagüey pues están haciendo promesas de incorporación a todo el mundo y nos vemos asaltados por cuadrillas de desarmados pidiendo ingreso. Averigüé el asunto del loco y efectivamente el hombre tenía una sicosis de guerra terrible.

Hay muchos problemas más que quisiera plantearte, pero el tiempo no me alcanza, pues debo salir ya. Dicen que hay mucho guardia en el camino pero cuando este informe llegue sabrás por otros rumbos.

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