Che Guevara.

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Benigno y Inti
(parte 1 >> parte 2)

El combate del Yuro

"LO QUE AQUI SIMBOLIZAMOS ES EL PRESTIGIO DE LA REVOLUCION CUBANA, Y ESE PRESTIGIO LO VAMOS A DEFENDER HASTA EL ULTIMO HOMBRE Y LA ULTIMA BALA, ¿ALGUIEN TIENE ALGO QUE DECIR?" -- Che

Benigno — junto a Pombo y Urbano: únicos cubanos sobrevivientes del ejército internacionalista del Che en Bolivia— relata los pormenores de la acción de la Quebrada del Yuro, en que cayeron Aniceto, Pacho, Antonio y Arturo y fueron hechos prisioneros te, Willy y El Chino, el 8 de octubre de 1967, para ser asesinados un día después en el poblado de La Higuera.

BenignoDespues de la emboscada en que cayó la vanguardia, cuando — iniciábamos el camino de La Higuera hacia Púcara, donde perdimos tres hombres —el Coco, Miguel y Julio— nos replegamos, siguiendo casi el mismo recorrido pero a la inversa. Asi pasamos el rancho y continuamos hacia abajo pero sin llegar al rio.
Mas adelante preparamos unas huellas a lo largo de un cañón, para tratar de despistar al ejército y soltamos las mulas quebrada abajo. Nosotros volvimos después sobre nuestros pasos borrando el rastro, y tomamos un canadón a la derecha para emprender un rodeo y tratar de aproximarnos a La Higuera, a fin de despistar al ejército que nos hacía alejándonos del lugar.
Esa noche acampamos quebrada arriba. El agua que encontramos era pura magnesia. En la loma buscamos la posible mejor posición porque eran bastante desfavorables las condiciones que allí existían para nosotros.

MAPA

La emboscada de La Higuera marcó una nueva etapa, angustiosa y difícil para nosotros. Habíamos perdido tres hombres y, prácticamente, no teníamos vanguardia. El médico seguía mal y la columna estaba reducida 3 sólo 17 guerrilleros desnutridos por la prolongada carencía de proteínas, lo que naturalmente, influía en la capacidad combativa. Definido ya el problema de Joaquín, los próximos pasos del Che se orientaban a buscar otra zona de operaciones donde el terreno nos fuera más favorable. Teníamos necesidad inmediata de contactarnos con la ciudad, para solucionar problemas logísticos y recibir refuerzos humanos, puesto que nuestras fuerzas se habían desgastado, sin que hubiésemos podido reemplazar a los hombres que habían caído. Sin embargo, era previo romper dos cercos, uno que estaba rondando casi en nuestras propias narices y el otro que había dispuesto el ejército y que habíamos conocido a través de filtraciones periodísticas dadas a conocer por emisoras argentinas y chilenas. Para nadie era un misterio que nuestra presencia estaba claramente detectada y así

lo anunciaban también las informaciones de carácter internacional, aunque las emisoras locales, silenciadas por el régimen, daban solamente una información muy general.

"Inti" Peredo.

Aunque en aquel lugar no podíamos hacer ningún frente, en esos momentos era la única posición que podíamos tomar para evadimos un poco más: nos parapetamos en la ladera de la loma donde únicamente teníamos para atrincherarnos unas matas de cactus.

Al día siguiente, nos movimos por estas cañadas, comprobando la presencia del ejército por toda la zona.

El dia 27 manteníamos esta posición. Algunos compañeros tuvieron que cubrirse, acostados, con tierra, como única forma de enmas-cararse ante el enemigo.

En tales circunstancias, el Che nos habló. Nos planteó a todos lo extraordinariamente difícil de la situación. Dio a tos bolivianos la opción de dejar la columna si lo deseaban, para salvarse. Todos determinaron quedarse junto a nosotros.

A los cubanos nos dijo más o menos estas palabras: "nosotros representamos algo más que la Revolución boliviana. En estos momentos nosotros representamos la Revolución cubana. Lo que aquí simbolizamos es el prestigio de la Revolución cubana, y ese prestigio lo vamos a defender hasta el último hombre y la última bala. ¿Alguien tiene algo que decir?" Un silencio total subrayé nuestra decisión absoluta a continuar la lucha.

Sabíamos que aquí en Cuba estaban pendientes de lo que hacíamos. Sabíamos que en efecto, como decía el Che, por nuestra acción se juzgaría a la Revolución cubana, y que de nosotros —aunque no fuésemos los mejores, ni hubiéramos ido allá por “star mejor capacitados que otros muchos companeros que aquí habían quedado— dependería el criterio que se tuviera sobre nuestra Revolución. Igualmente estaba vivo en nosotros el recuerdo de quienes hasta ese momento allí habían caído; su memoria nos impulsaba también a seguir luchando. Personalmente, entiendo que hubo pocos momentos de tanta emoción como éste en que nos habló el Che.

El 28 estuvimos sometidos a una gran tensión. Fue un día que. como dice el Che en su Diario: "... pareció ser el último nuestro". Estábamos en una quebrada y pasaron frente a nosotros, a muy corta distancia, 123 soldados en dos grupos: uno de 46 y otro de 77. En una de las ocasiones sonó un tiro y los soldaditos se desplegaron tomando posiciones. El oficial que los mandaba ordenó que bajaran a una hondonada, al parecer la nuestra. Pero en definitiva no pasó nada y la tropa continuó la marcha.

El Che ordené algunas medidas para evitar que los soldados pudieran vernos u oírnos y, además, explicó que era necesario buscar otro lugar donde permanecer ocultos algunos días, para ver si el ejército pensaba que nos habíamos ido de la zona, pues el sitio en que estábamos era una ratonera donde no teníamos ninguna posibilidad de defendernos.

A través de unas exploraciones que se hicieron por todos tos ángulos nos encaminamos hacia otro cañadón.

El 29 se hicieron las exploraciones y el Inti encontró un buen lugar, al que ascendimos en la noche del día 30, subiendo por derriscos muy peligrosos.

La situación del Chino en las marchas nocturnas, se hacia insostenible, ya que a cada momento se caía o perdía tos espejuelos, quedando completamente ciego.

Era como una especie de meseta casi pelada, igual que el resto de esa zona, pero con la ventaja de que estaba a cierta altura y eso nos daba la posibilidad de observar sin que nos vieran a nosotros, y de organizar la defensa teniendo al enemigo siempre debajo. Es decir teníamos lo que se llama la "cota militar".

Estábamos prácticamente junto a los soldados. Nos pasaron varias veces a unos 100 metros. Además, en una casa que estaría a 200 ó 300 metros estaban también acampados, y en una quebrada que nosotros veíamos cerca tenían un puesto de observación y una emboscada. Es decir, nosotros sabíamos que estábamos dentro de un cerco estratégico tendido por el ejército sobre toda esta zona; un cerco que. según anunciaba la radio, tenia unos 1,500 ó 1,800 soldados. Lo que nosotros no sabíamos era hasta qué grado podía hacer un cerco táctico para la guerrilla.

Ellos tenían un gran cerco, muy relativo; habían tomado algunas casas, los firmes, caminos; pero no sabían por dónde nosotros íbamos a romper, porque hasta ese momento tampoco nos tenían ubicados con precisión. De ahí que nuestra actitud era tratar de escabullimos sin ser vistos.

Nosotros no nos habíamos alejado de La Higuera, en realidad. Habíamos bajado rumbo al Rio Grande, pero luego volteamos tratando de engañar al ejército y regresamos en dirección al caserío, hacia atrás, pero por otros caminos. Estábamos frente a La Higuera pero ocultos, dando rodeos, esperando el momento y el lugar para romper el cerco e irnos.

Hay una frase del Che en su resumen del mes de septiembre que sintetiza esto perfectamente. Dice él: "La tarea más importante es zafar y buscar zonas más propicias..."

La madrugada del 8 de octubre fue fría. Los que teníamos chamarra nos la colocamos. Nuestra marcha era lenta, porque el Chino caminaba muy mal de noche y porque la enfermedad de Moro se acentuaba. A las dos de Ja mañana paramos a descansar y reanudamos nuestra caminata a las cuatro. Eramos 17 figuras silenciosas que avanzábamos mimettzándonos en la oscuridad por un cañón angosto llamado el Yuro. La mañana se descargó con un sol hermoso que nos permitió observar cuidadosamente el teneno. Buscábamos una cresta para dirigirnos luego al rio San Lorenzo. Las medidas de seguridad se extremaron, especialmente porque la garganta y los cerros eran semipelados, con arbustos muy bajos, lo que hacía casi imposible ocultarse.

"Inti" Peredo

El 2 de octubre nos movilizamos hacia abajo para tratar de salir de la quebrada. La retaguardia se extravió y quedamos divididos en dos grupos.

Al día siguiente subimos nuevamente, ya reunidos, a un firme que domina el camino de los soldados. Al anochecer bajamos al arroyo, donde cocinamos y aplacamos un tanto el hambre de varios días en que solo tuvimos "chankaka" y agua con su consiguiente secuela de diarreas. (La "chankaka" es como una especie de raspadura con un punto de cristalización superior al que conocemos en Cuba y que se raspa para endulzar el agua. Ese es el azúcar del campesino boliviano).

El día 4 bajamos por la quebrada, pasamos a otra que se le unía por la derecha, y la comenzamos a ascender. Posteriormente salieron Pacho, Inti, Eustaquio y Pombo con la misión de explorar otras dos quebradas próximas. Por ninguna de las dos había bajadas ni agua. Continuamos la marcha hasta la noche cuando ya no fue posible continuar avanzando, pues no se veia nada.

El 5 de octubre recomenzamos a caminar. Llegamos a las cercantes de una casa. El Che pide hacer unas cuantas exploraciones para ver dónde podíamos por lo menos encontrar agua y buscar una salida. Yo detecté la casa; recorremos Su alrededor y no pudimos encontrar el agua. Llegamos a la conclusión de que el campesino de allí tenia que coger el agua de un pozo junto a su casa.

Cuando nos retirábamos de dicha exploración (el Pacho me acompañaba), vemos unos soldados que iban llegando a la casa. Regreso e informo al Che.

En la noche decidimos continuar la marcha y llegamos a un lugar bastante cerca donde había unas cuantas casitas, Urbano y el Ñato, haciendo una exploración encontraron agua y trajeron un poquito y dijeron donde se encontraba.

Con todas las medidas de precaución el Che ordenó que bajáramos hacia ese lugar. Encontramos una piedra bastante grande donde había una especie de casa. Recolectamos un poco de leña de la mis adecuada para cocinar sin hacer humo. Lo pudimos lograr, la comida se retrasó un poco: tuvimos que estar durante el día ahí y cocinamos dos veces. Comimos bastante.

El agua que existía en ese arroyo era mejor que la que habíamos dejado atrás próximo a La Higuera, que era totalmente de magnesia y nos provocaba diarrea; la comida que se hiciera con ella se ponía totalmente amarga. Creo que era el mismo arroyo pero por su cabecera, donde el agua era mejor. Este mismo arroyo conducía también hasta la Quebrada del Yuro.

Durante esa noche emprendemos la marcha, bastante fatigosa; no pudimos caminar más de dos kilómetros. Fue lo único que caminamos arroyo arriba.

Al amanecer acampamos en el lugar donde encontramos a la nombrada vieja de las cabras, a la que se le dieron 50 pesos. Se habló con la vieja, se le pidió información. Primero no supo darnos ningún tipo de información; medio que se hizo la toca. Después se hizo la sorda, que no entendía nada: bueno, en resumidas cuentas, no nos dio ningún tipo de información. Prácticamente nada que sirviera: sólo la distancia a que estábamos de un camino, que nosotros supusimos fuera el que va a Púcara.

Allí cocinamos frituras con harina de trigo que nos quedaba. Le brindamos a la vieja. Hicimos café y, al atardecer, continuamos la marcha por la Quebrada del Yuro para arriba.

La mujer estuvo con nosotros hasta por la tarde en que Inti, Aniceto y Pablito la fueron a acompañar hasta su casa. La vieja no quería que llegasen hasta la casa, se puso a llorar; en fin, los compañeros que fueron nos contaron que era un cuadro desolador el del lugar en que ella vivía.

Después se decidió continuar la marcha. El camino era dificilísimo. La gente se encontraba agotada. Entonces se presenta un obstáculo, una faralla peligrosísima que a todo el mundo le parecía que era imposible de cruzar.

En aquella situación el Che toma la iniciativa y dice que él va a cruzar. Cómo lo logró es algo realmente que da muestras de su decisión de vencer en todos los momentos: tuvo que subir a la faralla prácticamente arañando, y ya arriba había que brincar a otra, separada de la anterior como por un metro y medio; debajo había un pozo profundo de agua helada, al que después cayeron varios companeros porque la pendiente estaba muy resbaladiza.

Fue como a la 1:30 de aquella madrugada que se logró pasar ese obstáculo. Entonces Chapaco, Willy y Antonio informaron que habían visto una luz y que les parecía que podía ser gente porque la luz se movía.

El Che llamó a Pombo y preguntó si veía moverse la luz; éste le dijo que no. que parecía que se trataba de los residuos del fuego de alguna tumba de monte.

Como a las dos de la mañana, por todas las inconveniencias del camino, que se hacía sumamente mato, y también con motivo de que no roe encontraba en buen estado de acuerdo a la inflamación que tenía en la herida que me había lastimado unas cuantas veces esa noche —por lo que me encontraba físicamente mal— el Che ordenó que descansáramos hasta tes cuatro de la mañana. A las 4 de la madrugada seguimos rumbo en busca de una mejor posición donde pasar el día.

Como ya explicó Pombo en cierta oportunidad, por las cosas que habían ocurrido hasta aquí y por lo que supimos de las informaciones y las noticias posteriores, nos damos cuenta de que sí aquella noche continuamos avanzando habríamos salido del cerco, sin que el ejército hubiera podido completar el cerco táctico en torno a la Quebrada del Yuro.

Así llegamos al 8 de octubre.

La tarde anterior habíamos cumplido 11 meses desde que el Che ingresó al monte en Bolivia y hasta ese momento el balance no era precisamente desfavorable a nosotros. El ejército sólo nos había dado un golpe grave, el de La Higuera, que por otra parte, fue casual. Todo lo demás era un saldo positivo, puesto que. a pesar de lo reducido de nuestras fuerzas habíamos capturado cerca de un centenar de soldados, incluyendo oficiales de alta graduación. habíamos puesto fuera de combate a otra gran cantidad de enemigos y nos habíamos incautado de diversas armas y de mucho parque.

"Inti" Peredo

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click to viewEn el campamento central de Ñancahuazú, 16 kilómetros hacia el sur de la Casa de Calamina por el río, aparecen en esta foto Alejandro, Pombo, Urbano, San Luis, Tuma, Arturo y Moro, a ambos lados del Che. Arturo caería el mismo 8 de octubre de 1967 en la Quebrada del Yuro. El Che sería asesinado un día después en La lera, y el Moro, cuatro días más tarde, en la desembocadura del Misque. Sólo Pombo y Urbano sobrevivieron en este grupo a la gesta boliviana.
click to viewEl Rubio (Jesús Suárez Gayol), sentado. Jorge Vásquez Viana (El Loro), Braulino, en el campamente central, en los promeros momentos de organizacíon de las guerrillas. Suárez Gayol resultaría el primero en caer en combate. Braulino y Tania formabon parte de la retaguardia dirigida por Joaquín, que fue traicionada y aniquilada el 31 de agosto de 1967, cuando buscada contacto con la columna del Che.
click to viewOtro grupo fotográfico tomado en marzo de 1967, en que el Che aparece de frente hablando a varioa compañeros de lucha.
click to viewNo se excluía de ninguna de las faenas a realizar por el resto de los combatientes. La foto lo capta un día que se asignó las funciones de auxiliar de cocina en el campamento central.
El Che desarrollaba todo tipo de tareas de las asignadas por él al resto de sus hombres, como método de autodisciplina, modestia revolucionaria y ndurecimiento. Aquí le vemos, en los primeros días después de su arribo a Ñancahuazú en la posta para la guardia frente a la casa de calamina
Parajes como éste a mas de mil metros de altura, y de vegetación cambiante, fueron repetido lugar de tránsito de los guerrilleros.
Después de desarrollar exitosamente diversas responsabilidades en el M-26-7 de la provincia oriental en octubre de 1957 Orlando ("Olo"') Pantoja Tamayo ("Antonio" en las guerrillas bolivianas) subió a la Sierra Maestra, pasando a formar parte cas inmediatamente de la tropa del Che, en La Plata. Por los numerosos combates en que participa, destacándose siempre por su decisión y valentía, un año después ya posee el grado de capitán del Ejército Rebelde, tras haber participado en la invasión con la Columna No. 8 "Ciro Redondo". Junto a "Arturo" y "Pacho", cayó el 8 de octubre de 1967 a la entrada de la Quebrada del Yuro después de una heroica resistencia en las condiciones militares más desfavorables que puedan concebirse.
"Olo" Pantoja y el Capitán "San Luis" —también caído durante las acciones del ejército revolucionario intemacionalista del Che en Bolivia— aparecen en esta foto tomada en los días finales del año 1958, cuando ambos formaban parte de la columna invasora No. 8.
"Pachungo", junto a una niñita boliviana, poco después de su arribo a La Paz, antes de marchar para el campamento de Ñancahuazú.
Compañero de Frank País y Pepito Tey en su época de estudiante normalista en Santiago de Cuba, Alberto Fernández Montes de Oca ("Pacho" o "Pachungo" en Bolivia) se vincula al M-26-7 desde el año 1956 Sufre el exilio —Estados Unidos y México, lugar este último en que es encarcelado por sus actividades revolucionarías— y cumple en Cuba determinadas tareas que le fija el Movimiento hasta que se une al Che en la Sierra del Escambray, en noviembre de 1958. El valor y la decisión que demuestra en diversas acciones en esos dos meses le hacen obtener el grado de capitán con que finaliza la guerra. El 8 de octubre de 1967 cae en la Quebrada del Yuro, después de haber participado en toda la campaña boliviana.
René Martínez Tamayo ("Arturo"), desarrolló actividades revolucionarias clandestinas, muy joven, desde su época estudiantil en Cuba en las luchas contra el batistato. En noviembre de 1958 decidió marchar para la Sierra Maestra, para unirse a su hermano José María (Papi: "Ricardo" en Bolivia) que ya era destacado combatiente del Ejército Rebelde, y también cayera en la lucha boliviana. "Arturo" fue uno de los tres hombres que dio su vida combatiendo a la entrada de la Quebrada del Yuro, cuando junto al Pacho y Antonio intentaban proteger la retirada del Che hacia un lugar más seguro, después que el Guerrillero Heroico. había resultado herido y su arma se encontraba inutilizada. Al caer en Bolivia contaba 26 años de edad.
Juan Pablo Chang Navarro-Levano ("El Chino") poseía un extenso historial de militando comunista. Desde su juventud estudiantil en Perú ya supo de prisiones y más tarde del destierro. En México también fue encarcelado por sus actividades antimperialistas como lo seria reiteradamente en su propio país. Ingresado al ELN de Perú, tras el apresamiento de Héctor Béjar intentó planes para la escapatoria de los compañeros de su organización presos. Su con tacto con el Che estuvo vinculado al reinicio de la lucha armada revolucionaria en el Perú de aquel momento.
Una de las últimas fotos tomadas al Che en Bolivia —con gorra en primer plano—. Posiblemente se corresponde con el breve alto que la columna hizo a finales del mes de septiembre en Abra del Picacho, inmediatamente antes de la emboscada de La Higuera, en que cayeron Coco, Miguel y Julio.